https://youtu.be/vW8SueDR7VM
Entorno la mirada hacia la ventana como si buscase algo que se escapa entre el aleteo de las cortinas y la bóveda celeste del cielo; una tenue llovizna de primavera, bajo los primeros rayos del Sol de abril me envuelve en un manto tibio y de calma.
Dándome vuelta en la cama, se me ocurrió que tal vez aquel universo de papel, no fuese más que un decorado que emergió de algún sueño incompleto.
Recibo muy temprano en la mañana un mensaje escrito de su esposa Vicky.
-Y respondo en mi interior-, perdió la batalla,
Luciendo la misma cara de la fatalidad que desciende por las paredes blancas y frías, en la quietud de mi cuerpo se escurre en una tristeza muda; briznas de imágenes y recuerdos van enmarcando que tarde o temprano se nos escapa la vida; es una ley a la que la razón tiene y debe admitir lo sucedido
Ramiro es un individuo risueño y jovial, de esas amistades que con la sonrisa de sus ojos suavizaba o desdibujaba cualquier momento inconveniente.
Su carrera empieza en los arrabales de aquellos barrios tradicionales de nuestro “Romántico Quito mío”, poblado todo en canciones que brotan cual un roció poetas y ruiseñores.
Su afición por el canto y la guitarra se manifiestan en su niñez donde empieza a brotar el amor por la música; escuchando a grandes intérpretes de aquella época llena de inspiración y romanticismo.
En su juventud descubre que su corazón se sacudía en el pecho como si su alma quisiera abrirse paso y subir por las escalas de la magia musical. La frescura y el sosiego de su voz alegraban a familiares y amigos que empezaban a admirar esa cualidad natural.
En el barrio todos los muchachos deseaban anexarse a los primeros ensayos que estaban destinados a irrumpir en la penumbra azulada de las noches estrelladas, la serenata frente a un balcón a proclamar ese amor que les robaba el sueño y la respiración.
Una de las llaves que le permitió entrar a ese mundo de la farándula y el espectáculo fue el programa “Cante usted si puede” que organizaba Radiodifusora Tarquí, fue allí donde bajo la cátedra de músicos y guitarristas experimentados como Camilo Santacruz, Carlos Cando, tuvieron sus primeras pisadas en las tablas o en el entarimado algunos de los cantantes más populares del Ecuador.
Su voz por así por decirlo sensible, pasional delataba un gran talento y le confería atributos para convertirse en uno de los favoritos en el ambiente musical; con su estilo particular, su voz se convirtió en la esencia de la época donde surgió el género musical llamado “rockolero”, su ascendencia en el ámbito popular le permitió ser protagonista en las mejores carteleras de intérpretes de fama internacional.
Grabo algunos sencillos discos de 45 rpm. Con éxitos como: No es mi señora, Pequeña foto, Y se caso de blanco, etc. Un disco LP con la marca discográfica “Famoso”, estaba en el mejor apogeo de su carrera como intérprete de pasillos, valses, boleros, cumbias, y otros ritmos que gracias a su versatilidad le fue muy fácil acoplarse a todos los requerimientos.
Su estilo y talento sensible marco algunas generaciones amantes del romanticismo plañidero, sollozante, conmovedor.
Obligados a emigrar, el destino nos vuelve a unir en un país lejano (USA), ano de 1996 nuestro encuentro fue en la ciudad de Newark NJ, quedan muchas anécdotas por contar.
Le sugerí hacer un trabajo discográfico donde vayan dos canciones de mi autoría, el mismo que tuvo la dirección de Cristóbal Vaca y un buen elenco de músicos y técnicos profesionales, renombrados estudios de grabación en New Jersey (USA) y Quito, Ecuador. el CD lleva por título “Aunque el tiempo haya pasado”, salió al mercado el ano de 2001.
La Muerte no es una resolución propia, sino un destino inevitable
Es una visión disimulada cuando el sol se oculta tras las nubes, una manera de percibir como la vida también se va apagando.
Con todo el cariño para un gran amigo
Víctor Hugo Montalvo C.
